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viernes, 19 de julio de 2013

Recuerdos de madera fina

Los sueños tienen corazón, mucho trabajo, pero sobre todo, alma… y el sueño de José Ricardo Quecán, quien durante gran parte de su juventud trabajó con Andrés Jaramillo en el Hogar Encendido, era ser médico veterinario.

José Ricardo nació en Chía, es el papá de Valeria y de Juan Manuel, y recuerda que fue con mucha disciplina como Andrés se convirtió en un inmenso restaurante. En sus años mozos se vinculó al área de las parrillas (cuando apenas eran dos parrillas y dos estufas). También pasó por el auto parque (espacio que entonces era muy reducido para unos cuantos carros). Fue su hermano Héctor Quecán, muy querido por nosotros, quien le ofreció venir al restaurante los fines de semana a ver en qué se ocupaba y así poder ayudar a pagarse la carrera universitaria.

José Ricardo tuvo el deseo de hacer una réplica de aquella cabaña de eucalipto donde cada fin de semana le daba fuerza al sueño de ser veterinario. Y así supo del trabajo de Juan Bohórquez, un amigo que diseñaba carritos a escala en madera, y a quien alguna vez le pidió elaborar un barco que hoy en día se encuentra en la barra marina de ACR. Este pequeño e inmenso detalle para Andrés Jaramillo, evoca admiración y sentido de pertenencia por la nave andresiana. Así hayan pasado muchos años, José Ricardo Quecán aún guarda en un rincón de su corazón ese primer recuerdo del Hogar Encendido, perenne como un tesoro entre las experiencias más bonitas de su vida; un recuerdo que quiso materializar en imagen.

De aquellos años recuerda un tablero y unas campanas, en el cual Andrés organizaba el parqueadero, muy sutil, tanto como haber hecho los cajones de las alacenas donde se guardaba el tomate, la cebolla, los plátanos y algunas frutas a la vista de todos los comensales.

Fue la admiración por el trabajo del gaviero lo que motivó a José Ricardo a darle cuerpo a la imagen de aquella pequeña cabaña en la cual vio crecer sus sueños a la par del restaurante, y donde encontró todo el apoyo para ser un profesional independiente en Tocancipá, donde funciona su clínica veterinaria. La réplica está hecha en madera y quiere ser memoria de más de 30 años de trabajo a los que Andrés le ha puesto alma, vida y sombrero.

GALERÍA DE IMÁGENES




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