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viernes, 19 de julio de 2013

“Con rigor pero sin neurosis”: paca Zuleta a su paso por Andrés Carne de Res

Después de una cacería de unos cuantos meses, El Megáfono por fin logró contactar a María Margarita Zuleta, hoy directora de la Agencia Nacional de Contratación Pública 'Colombia Compra Eficiente’, entidad que se encarga de coordinar las compras del Estado.

Su trayectoria profesional ha sido destacada tanto en el sector privado como en el público. Ha pasado por empresas como Acerías Paz del Río, el bufete de abogados Brigard y Urrutia y una que otra multinacional. 

Lo que muchos no saben es que el primer trabajo María Margarita Zuleta, la Paca, como se le conoce hoy, fue en las filas de meseros del restaurante por allá en el año 85.

El Megáfono tiene el privilegio de develar su paso por el Hogar Encendido en una entrevista exclusiva.

¿Cómo vino a parar a Andrés Carne de Res?

Algunas amigas trabajaban en el restaurante, entre ellas mi prima Pilar Sinisterra, que engrosaban las filas desde el año 84. En algún momento Pilar me contó que Andrés y Stella necesitaban una mesera y el tema fue relativamente fácil; hablé con Andrés y sin tantos giros me dijo que sí. Yo era universitaria, tenía 18 años, era medio loca y cuando conocí el lugar, sentí que era para mí, estaba muy contenta.

¿En qué área del restaurante entró a trabajar?

En esos años el restaurante solo abría el fin de semana. Los sábados yo trabajaba en el bar con Andrés y los domingos estaba en las mesas de afuera. El tema del bar no era tan complicado y sofisticado como lo es hoy con tantos licores y cocteles. El licor básico: guaro, refajo y pola.

Y en ese tiempo, ¿cómo era trabajar para Andrés Jaramillo?

Andrés estaba embebido en el restaurante. Por las mañanas de cada fin de semana cuando uno llegaba a organizar los comedores uno siempre se encontraba algo salido de su creatividad, una columna forrada con tapas de la gaseosa Colombiana o algo nuevo colgado en algún rincón. Él estaba de verdad fundido con su bebé.

Me acuerdo que siempre nos pedía hacer un show para los comensales con cosas puestas en la cabeza y gafas o usar el delantal al revés o algún baile, o lo que se nos ocurriera. Estaba siempre pendiente de eso. 

Me acuerdo de la exactitud de la mezcla con la que el refajo tenía que salir, que no nos demoráramos en atender las mesas, que la mecánica fuera perfecta pero sin enredos.

Me acuerdo que yo tenía el pelo muy largo y a ellos no les gustaba que yo hiciera algo para cogérmelo, tenían cierta inclinación hacia la naturalidad y libertad. Siempre salía regañada cuando me veían con una moña o trenza, recuerdo de Stella sus palabras “muestre el pelo por favor”. Aunque Andrés siempre estaba ocupado, concentrado en su oficio, y aunque algunas veces parecía de mal genio, tenía buen humor. De vez en cuando se contaba uno que otro chiste para alegrarnos el día. Sin embargo siempre estaba pendiente de que todo estuviera en su lugar y que hiciéramos las cosas bien. 

A Stella le tocaba bien difícil porque ella era la que organizaba al montón de chinos “locatos” que estábamos en nuestros años mozos queriendo pasarla bueno, ganar plata pero al mismo tiempo con unas responsabilidades laborales que cumplir. A veces pesaban más las dos primeras que la última y nos llevábamos nuestro regaño. Mantener el orden tenía su grado de complejidad.

Algo que aprendí y rescato, es que uno de los factores llevó al éxito el lugar fue la rigurosidad pero sin neurosis en todo, de los tiempos, de la calidad, del servicio. “A esta hora se llega, a esta hora se sale, a esta hora se come, a esta hora se deben tener los delantales puestos”, en fin. Sin esto creo que no lo hubieran logrado. 

¿Qué enseñanza le dejó el paso por este barco?

Aunque no estuve sino 10 meses, fue mi primer trabajo y aprendí que las reglas existen para algo y por algo. Si nosotros trabajábamos organizadamente las cosas fluían divinamente. 

Otra de las cosas que me aplicó en la vida fue el aprender a hacer todo con ética en el trabajo, que todo funcionara bien sin tener que hacerle la vida imposible a nadie.

¿Qué otros recuerdos se le vienen a la cabeza?

Me acuerdo de la preocupación en cómo nos íbamos a devolver cuando no habían carros. Me acuerdo que gracias a Andrés recuperé mi billetera un día domingo cuando me empezó a buscar. Me decía Margarita, no Paca; “Margarita, me llamaron a decirme que alguien tiene su billetera”. Me acuerdo de la música; el domingo iban los hermanos de Andrés a tomarse un traguito y él se encargaba de ponerla en el bar. Me acuerdo de los muchachos que llevaban las cosas pesadas (las hoy brigadas). Me acuerdo de la señora Carmen que se encargaba de los fritos. También me acuerdo de que Andrés no tenía problema en meterse con uno y organizar todo, en sacar la basura, de hecho alguna vez haciendo ese quehacer se cortó la espinilla con una botella y si no estoy mal había alguien llamado Jose, empleado todero, le ayudó a curarse la herida.

¿Algo para decirles a los tripulantes de este barco?

La verdad es que los quiero mucho. Puedo decir que fue una experiencia enriquecedora que marcó positivamente mi vida. Hace rato no voy porque la agenda es muy complicada pero nunca los olvido. Realmente los llevo en el corazón.

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