Páginas de EL MEGÁFONO

sábado, 6 de noviembre de 2010

Llegó EL MEGÁFONO!!!

Por Sandra Liliana Barreto Forero

Artesana de Palabras y otros menesteres

Ministerio de la Palabra Andrés y Cía.

Medio perdido, medio embolatado, medio asustado -quizá por llegar una hora tarde - llega Manuel, Manuel trae en su 'cacharrito' 10 cajas selladas con cinta transparente, cinta transparente que hace callo para ser arrancada de la caja color cartón, cartón que guarda hermética el encargo, encargo que ha sido asignado a este Ministerio, Ministerio que ha acabado la contracción y ha parido el Megafonito, Megafonito que se debe entregar a toda la tripulación.

Así se entrega EL MEGÁFONO en Chía:

Cuente, recuente, sume, multiplique, divida y vuelva a sumar. Ni uno más, ni uno menos. - Mi señora, ponga una firma que me voy - dice Manuel - pero regáleme sello, pa' que me crean - concluye mientras se soba con cuidado el frondoso bigote color castaño.

Se reparte por grupos. En cada grupo se ha buscado un tripulante pilo, juicioso y responsable que entregue EL MEGÁFONO y no permita que éste termine archivado en un rinconcito por ahí o botado en el ropero por aquellos ‘infortunios de la memoria’.

Listo cada paquete, se hace un mapa de trabajo y que empiece la función: como quien cuida un ponqué en medio de ‘chinos chiquitos’ le propina un suave golpecito en la mano a Patricia y a Liliana, curiosas colaboradoras de Minpalabra, que quieren darle una ojeadita antes de la entrega oficial.

Camina veinte pasos cuando escucha un grito de felicidad, gira suave y cautelosa y adivina en medio de los árboles del Autoparque a Pepito (nombre cambiado por problemas de memoria de la artesana), quien dice a todo grito: “Es EL MEGÁFONO, uy deje ver”. Entonces, tranquila y con maripositas en la barriga, sonríe y sigue su camino hasta la primera parada: Daniel, Juan, Alejandro, Javier y Luis llegan de la nada a recibir su periódico y a leer. Ojo – dice Sandra, como recitando un texto de mandando – no leer en horas laborales, no olvidar en cualquier esquina y no ojear mientras se parquea un carro.

Pasa media hora, llega a la fila del almuerzo y mientras espera que le sirvan su porción de carne en goulash, recibe por detrás un par de preguntas al aire – ¿Ya llegó EL MEGÁFONO?, ¿a qué hora nos lo van a dar? – dicen dos tripulantes que salieron de no se sabe dónde, pero están ahí en busca de respuesta inmediata, como lo confirma el cruce de brazos y la mirada directa a los ojos. Ya llegó –responde ella mientras recibe el plato– estamos en esas, ya vamos.

Primer ingreso de EL MEGÁFONO a las instalaciones del Restaurante Locombiano, lleva 44 ejemplares en los brazos y camina por ‘Postres’ en dirección al bar cuando de la nada sale un ‘niña’ feliz, emocionada, visiblemente conmovida que grita – dame mi MEGÁFONO– Sandra muy emocionada al ver dicha reacción mira para todos lados en inspección: “ojala no esté Andrés, porque si me ve parada acá me regaña” se detiene y le deja ojear la portada, explica que su MEGÁFONO se entregará a la salida.

Sale y regresa; esta vez directo a la caja principal, llega, descarga y nuevamente de la nada sale la misma mesera que la abordó antes y dice: “¿Me dejas verlo, please, please”… Inspección “Ojala no esté Andrés” y Sandra dice: listo, una ojeada rápida y chao… Ojea, pasa hojas, se ríe y concluye con la felicidad del pecado cometido y la travesura hecha – Marica, está muy bueno – dice mientras baja las escaleras.

Pasando la calle se encuentra con la señora Emilia o Emilita, como le pide que la llame, se acerca y le entrega su MEGÁFONO para que lea –gracias cariño, dice con su dulce sonrisa la amable dama.

Cocina, Bar, Puerta, Recreación, Teatro: felicidad total, lágrimas por la portada, agradecimientos a granel, sonrisas y buenos comentarios.

Cocina: Llegan dos muchachos enviados a ayudar a cargar los 124 ejemplares, no resisten la tentación y miran la portada.

Bar: Mariela Suta, encargada de la entrega en su área, agradece con cara de total complacencia por la nota sobres sus 25 años y dice que está feliz, orgullosa y llena de emoción. “Cuando lo fui a leer a su oficina no mostré todo lo que sentía, estaba trasnochada, pero ustedes no saben lo que siento”.

En la Calle del Sol se topa por casualidad con Juan Carlos, conductor de doña Emilita, quien visiblemente curioso pide un ejemplar.

Teatro: Ojeada, ojeada, ojeada – que felicidad, esta hermoso, quedó divino – dice Julieta, mientras firma el recibido.

Estando en esta brillante función de entrega, contada, dicha y repartición, la jefe de servicios generales, Deisy, salta el umbral y vuélvese aquello el goce total – yo quiero los de mi área, por favor. Al entregársele su paquete, sale nuevamente corriendo, como niña al mandado.

Y colorín colorado este MEGÁFONO en operación se ha entregado, acá les dejo un informe no finalizado porque aún falta la entrega a los administrativos, que esperemos reciban con igual felicidad.

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