Por Oscar Domínguez Giraldo, oscardminguezg@etb.net.co, Twitter: @kikirikioscar
EL GURÚ DE LA RUMBA
Un buen día de 1982, en pleno solsticio de verano,
Andrés Jaramillo, “antioqueño de Chía”,
puso una tienda de fin de semana, le colgó trastos, le puso música y
sirvió carne. 24 años después de haber montado ese plante llamado “Andrés Carne de Res” en Chía, Cundinamarca,
Jaramillo se ha convertido en algo así como el Fernando Botero de la
gastrónomorrumba capitalina.
Cualquier mortal cumple 50 años y echa la biografía por
la ventana. Este caballero que luce una cicatriz en su anular derecho (lo
cuenta su cédula de Usaquén) no: agarró, mujer (Stella), hijos (Gregorio,
Valentina, Luciano y Lorenzo) una botella de vino, y se largó a la isla de Barú
a rumiar su medio centenar de noviembres, y a huir de la orgía de
felicitaciones que veía venir. Cuatro días después del fugaz sabático para celebrar el medio
“chorizo” disfrutando de la intimidad y la ternura de los suyos, estaba con el
delantal puesto.
Gasta más el Papa en jíbaros que simplemente Andrés en
publicidad. Lo buscan de The New York Times para escribir sobre su criatura que
es lo más parecido al caos organizado, a la locura cuerda, a la lúdica hecha
lujuria.
“La experiencia de ir allí representa lo que el mundo
se pierde por no ir a Colombia: logra ser profunda, fascinante, hermosa,
tumultuosa, confusa y hace engordar: todo a la vez”, escribió Seth Kugel, del
Times.
Y cuando la fallecida escritora Susan Sontag vino a
Colombia a la inauguración de una Feria del Libro, se declaró fascinada, en su
orden, con el restaurante y con la
Biblioteca Luis Ángel Arango. En una columna sobre la colombianidad, el
expresidente López Michelsen elogió el patacón del restaurante del bípedo que
tiene en las chatas, la punta de anca y el lomo, sus armas secretas.
Su cocina está inspirada en el fogón casero. Se da el
lujo pecados capitales como echarle banano al ajiaco, pero los Jaramillo son
así.
El suyo es un sitio de rumba total para los hijos y
nietos de papi. Y para el papi, con su mujer, o con la mujer del prójimo. Es
imposible aburrirse en ese laberinto barroco donde se va a ver, oir, oler,
gustar, palpar, beber, comer, gozar, y
otros infinitivos que retratan la sensualidad..
A los extranjeros le tienen ese pecado capital en el
menú turístico. El jet set nacional e internacional se hace moler por gastar
allí. De pronto, en momentos de vacas gordas,
el transmilenio set se da sus trotes por Chía. Para todos hay. Como
será la cosa que la cuenta solo empieza
a doler dos o tres días después de cancelada.
El dueño es un frustrado narrador de historias. Alguna
vez dejará salir el cuentista que lleva por dentro en agitada procesión.
Mientras tanto, si no escribe crónicas, las narra con la anárquica
escenografia, la comida, el trago, la música, la atención.
Cerca de cuatro mil universitarios han pasado por la
nómina, incluida la famosa “Paca” Zuleta, ex zarina anticorrupción. En
promedio, siempre hay dos empleadas
embarazadas. Uno de sus hermanos se casó con una mesera en un exquisito caso de
democracia sexual.
Uno de los grandes cabezazos de su vida fue montar en
bus. En uno de ellos se conoció con la mujer de sus sueños e insomnios. Del
resto se encargó la carpintería del amor. Y la gastrónomoparranda.
Las universidades Javeriana y Nacional lo tentaron con
la ingeniería electrónica y la economía. Felizmente, la academia perdió un mal
ingeniero, un precario economista, pero
ganó la rumba ilustrada que se estila en
su restaurante-babel que lo convirtió en el gurú de la rumba.
ANTIOQUEÑO DE CHIA
- ¿”Recuerda” qué estaba haciendo hace 50 años el 18 de
noviembre, día de su nacimiento?
- Estaba muy apegado, revoloteando. No sabía lo que me
esperaba.
- ¿Qué tiene de su primer apellido y qué del segundo?
- Del primero, todo lo contrario. Del segundo, todo.
- ¿Qué es ser antioqueño?
- Tiene que ver con la rebeldía. Soy antioqueño de
Chía.
- En Antioquia la gente nace liberal o conservadora,
católica o católica. ¿Usted nunca se reveló contra ese esquema?
- Me revelé, rebelándome.
- ¿Qué es ser colombiano?
- Es convivir día a día con los diferentes matices del
tricolor que nos condena y nos redime.
- ¿Está amañado con el signo que le tocó en reparto?
- Escorpión. De vez en cuando sirve el aguijón.
- ¿Se ha guiado por lo que dicen los astros de usted?
- Siempre he sido o he buscado ser fiel a mi destino
sideral.
- ¿Lo han calumniado los astros?
- Sí, en cuanto el aguijón que me atribuyen es a ratos
aguja que prende botones de ternura.
- ¿El mejor consejo que recibió de papá Jaramillo?
- “A veces la vida es dura, amarga y pesa… pero tiene
etapas de placidez, alegría y felicidad cuando cumplimos bien con nuestro
deber”.
- ¿Y de mamá Flórez?
- “Mijito, ¿quiere un vaso de leche?”
- ¿Tiene muy alborotado el complejo de Edipo, o de doña
Electra hay algo?
- Tuve la suerte de papá siquiatra. Desde el primer
día, pues, inicié sicoanálisis. Me considero entonces con derecho a
sentirme algo superado en materia de
complejos freudianos. Aunque Stella, cuando estamos de pelea, sostiene lo
contrario.
- ¿Si volviera a nacer repetiría el mismo libreto
vital?
- ¡No! Me encantaría ser astronauta o estrellita.
- ¿Mientras más conoce a los hombres más quiere su
restaurante?
- Mientras más conozco mi restaurante, más quiero al
niño que hay en los hombres y en las mujeres que nos visitan.
- ¿El mejor piropo o comercial gratuito que le han
hecho a su negocio?
- ¡El chorizo estaba buenísimo!
- ¿De donde nació esa devoción por la gastronomía?
- Lo de las mesas y la comida fue sola una disculpa
para ser.
- ¿Qué paralelo haría entre un bisté a caballo y el
homo sapiens?
- Ambos tienen huevo.
- ¿Fue un estudiante nerd, es decir, de esos jartos que
siempre sacaban cinco en todo y no se tomaban un aguardiente?
- Fui melenudo, sin cinco centavos y rebuscador. Me
tomaba la vida en la calle.
- ¿Qué es ser restaurantero?
- Es una feliz condena.
- ¿Cuál era su modus operandi para enamorar damas en
Junín?
- No era en Junín, era en la 15 de Bogotá. Una mirada
las delataba. Luego, les seguía el paso.
- ¿Usted enamoró a Stella, su mujer, o ella lo enamoró
a usted?
- Fue en un bus. Corrientazo mutuo. Cuando peleamos,
pienso en porqué paró ese bendito bus. Cuando estamos felices, bendigo el bus.
- ¿Tiene algún piropo de su propia inspiración?
- Quemadita por fuera, roja por dentro.
- Por favor, recite la primera parte del verso de amor
que más le ha gustado…
- No puedo. A veces agarro en el aire o en el sueño,
frases que por bellas se olvidan.
- ¿Le ha ido bien con las féminas?
- Sí, a Dios gracias. Con todo, a mis 50 es saludable
una mirada, nada más.
- ¿A ellas con
usted?
- Mejor antes que después.
- ¿Es más fácil ser buen padre o aspira a ser mejor
abuelo?
- Es la pregunta más difícil. No quiero que el tiempo
la responda por mí, en labios de mis hijos. Me esfuerzo en ser el mejor padre,
pero estamos llenos de errores. Cuando supere con satisfacción la etapa de
padre, seré feliz dando el amor de abuelo.
- ¿Le da miedo envejecer?
- Si conservo la memoria, no tengo problema. De eso se
vive.
- ¿Tienen alma los restauranteros?
- Si no fuera así, no estaríamos vivos.
- ¿Comer para qué?
- Para restaurar el cuerpo, a tiempo que se restauran
alma y sentidos.
- ¿En qué consiste la ética de un buen empresario de
restaurantes?
- En tener plena conciencia de que es un trabajo muy
delicado, de que tocamos todas las fibras del ser humano, de que las personas
vienen, nos visitan y tenemos la osadía
de cobrarles. Por si fuera poco, retornan. ¿Cómo le parece?
- ¿Ha sido feliz?
- Le juro que sí. Totalmente.
- Entre lo que ha hecho en vida, ¿qué le hace sacar
pecho?
- Ha aprendido a guardar silencio.
- ¿Cómo resumiría su papel de empresario?
- Siempre al son del toc toc del corazón.
- ¿Qué se le ha quedado dentro del tintero para hacer
en la vida?
- Quiero un retiro apacible, con amigos, lectura,
música. Hacer, de nuevo, algo con mis propias manos, como si otra vez fuera
niño. Con una libra de plastilina, no de carne.
- ¿Qué hará en su próxima reencarnación?
- Siempre he pensado que el que muere se vuelve
estrellita.
- ¿Cosas que no repetiría de las que ha hecho?
- Por favor, hable con mi siquiatra.
- ¿Le da gracias a la vida, o no le ha dado tanto?
- Casi todas las noches, de corazón, le agradezco. No
le pido que me dé más, sino que me conserve.
- ¿Tiene listo su epitafio?
- ¡Listo el pollo!
- ¿Por qué se
dedicó a los restaurantes y no a apagar incendios, por ejemplo?
- Tal vez porque no fui hijo de bombero. Fui hijo, con
siete hermanos más, de una familia cuyos momentos más felices transcurrieron en
torno de una mesa.
En pocas palabras
- ¿Libro
que está leyendo?
- Leo ahora
en voz alta, a mis hijos, La Odisea.
- ¿Está
escribiendo algún libro?
- Las
palabras mías tienen forma de colgandejos en techos y paredes.
- ¿El
pecado que más le gusta cometer?
- El amor.
- ¿Virtud
que más admira en los demás?
- La
naturalidad.
-
¿Defecto que le gustaría tener?
- La
perfección.
- ¿Quién
le gustaría haber sido?
- Relator de
historias.
- ¿Qué es
un amigo?
- Aquel que
nunca te llama.
- ¿Los
enemigos para qué?
- Para
abrazarlos.
-
¿Persona que más ha influido en usted?
- Las
mariposas amarillas y los molinos de viento.
- ¿Qué lo
saca de quicios?
- La falta de
transparencia.
- ¿Tiene
con qué salvar su alma?
- Me parece
muy católica su pregunta.
- ¿De qué
le gustaría morir?
- De la
emocionante enfermedad de estar vivo.
- ¿Qué le
gustaría olvidar?
- La envidia
del vecino.
- ¿Por qué
desea que lo recuerden?
- Porqué me
olvidaron tan pronto.